viernes, 5 de diciembre de 2008

Oscuridad. Sacrificio del águila.

>> De nuevo, los exámenes, las prisas... todo se avecina. El tráfico, el sinsentido... Hay prioridades en la vida de cada uno... a veces es bueno sacrificar ciertas cosas para poder sacarle provecho a otras. Y sin embargo, ningún sacrificio deja totalmente un buen sabor de boca. Este texto es un poco extenso, lo sé, os prometo que no lo volveré a hacer. <<

''Él es quien perdona todas tus inquietudes, el que sana todas tus dolencias; 
el que rescata del hoyo de tu vida, el que te corona de favores y misericordias; 
el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila'' 
(Salmo 103, 3-5)


¿Qué es oscuridad?...
Nadie, en su sano juicio, es capaz de acostumbrarse a la oscuridad. La misma y repentina que todos, tarde o temprano hemos de vivir... La temible oscuridad que obliga a desfigurar los rostros más bellos hasta el momento impolutos. Yo, tampoco me había acostumbrado a ella... hasta el momento en que la tuve tan cerca que para palparla, me bastó con extender la mano.
Un águila, incansable, se arranca el pico a golpes contra una roca en lo alto de la montaña. Sabe, por instinto, que nacería otro nuevo. Otro más feroz, más fuerte que el anterior. Se dice, que el dolor que el ave soporta es tal que tras el acto, pierde la consciencia hasta que nace el nuevo pico, y una vez despierta, se siente tan débil... que apenas tiene energía para batir sus alas... optando por dejarse caer desde lo alto... directo hacia el suelo... y justo antes de toparse con él, extiende sus alas, elevándose de nuevo hacia el cielo soltando un grito... perdiéndose entre las nubes.
Unos dicen que es un ritual para expresar la inmortalidad del alma. Otros afirman que es como renacer... el inicio de una vida mejor.
Acabo de despertar. Una mañana más, amanezco en el sillón donde quedé dormido. La televisión sigue encendida... La mitad de mi vida ya ha pasado. Sé que el resto que me queda no se podría describir con otras palabras que no fuesen ''fracaso e indecisión''. Camino sin dirección alguna, cayendo por doquier, temblando cual hoja frente a avatares de mis humildes decisiones.
De niño fui ejemplar. Brillante en la escuela. Conseguía todo lo que me proponía. Me dejaba llevar por cualquiera. Al llegar la adolescencia empecé a creer lo que mi entorno decía de mí... y comencé a actuar de una manera ingrata para no defraudar a nadie que consideraba necesario en mi vida.
Aparentaba ser fuerte, y sin embargo, no me di cuenta de que comencé a faltar a mi verdad, llegando a humillar a mis sueños y esperanzas, dejando pasar oportunidades sin más...
Todo lo que hacía terminaba en fracaso. Comenzaba a creer que sólo podría obtener beneficio tras la muerte. Así que empecé a buscarla de alguna manera. Temía al suicidio, por lo que esperé ser viejo para que la muerte viniese a visitarme una tarde de otoño. Y esperé tanto que mis manos se agrietaron y la mirada quedó en el horizonte...
Anoche tuve un sueño... jamás había soñado antes algo que me hiciese feliz al abrir los ojos. Como cada día, me desperezo y abro las cortinas para mirar el cielo oscuro. Camino torpemente por el pasillo hacia el baño. Me lavo con agua tibia las manos y me peino el flequillo. Voy a la cocina y desayuno lo de siempre, café con dos de azúcar.
Compro un bote de pintura verde. Mientras pinto mi habitación, unas voces gritan en mi mente; me dicen que no está bien lo que hago, pero paulatinamente, conforme transcurre la tarde, esas voces pierden su fuerza. La última pincelada cayó como cae la noche. Ya no quedan más voces en mi cabeza. Me felicito por mi trabajo. Ya no busco complacer a nadie en mi recuerdos. Sólamente yo y mi vida. 
Me ducho. Me despido de mí mismo. Y parto en busca de la montaña más alta que muere en el lago más profundo que refleja el cielo más extraño. Subo a lo alto... Al fin descubro que soy libre.
Los que me conocieron, dicen que fui un gran hombre y que solamente me dejé llevar por la suave brisa. Dicen que fue un ritual para expresar la inmortalidad del alma. Otros, sin embargo, afirman que es como renacer... el inicio de una vida mejor.

¿Que qué es la oscuridad?... Acaso hay algo más oscuro que la vida.

El reloj, en mi muñeca,
dice que son las cinco de la tarde.
La hora de los adioses,
la hora en que la misma tarde
agita nubecillas de despedida.

Jorge Debravo. Despedida.

[Volveré en un tiempo...]
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matias moreno aroca

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