Nadie se da cuenta
de estos zapatos,
junto a los que corro
y caigo.
Nadie se da cuenta
de estas ropas
junto a las que vela
y llora.
Miguel Hernández.
Caminante a largos pasos, encorvado. Como siempre, iba ensimismado en sus pensamientos. Lo presentí triste... puede que fuera el cielo que, augurando un mal presagio, cubría todo del mismo gris de los días plomizos. Sintió unas terribles ganas de acercarse a ella y abrazarla, pero, de sobra sabía, que desde donde se hallaba, oculto a su austera mirada, viendola pasar, su corazón daría un vuelco.
Y cogió papel y pluma, y se dispuso a continuar donde lo habia dejado... pues para ciertos hombres, nada está escrito si ellos mismos no lo escriben... y yo soy uno de ellos.
Mis disculpas...
XiViRiFlÁuTiC!!