Muchas voces advertían acerca del sentido que tenía venir a la capital. Supongo que no debía faltarles razón, pero cuando a uno se le marcan ciertos pensamientos a fuego en la mente y el corazón, hasta tal punto que permanecen presentes de forma casi permanente en cada suspiro y cada despertar a lo largo de un año entero, o varios, a uno no le queda mas remedio que rendirse a lo que dicta el corazón, por mucho que se arrepienta de haberlo hecho. Los pensamientos, golpean las sienes, vagan por la mente, excitan la añoranza o ensanchan la gratitud por lo vivido.
Esto implica algo más profundo que un simple viaje, porque además de ir en busca de algo nuevo y desconocido, también me dedico a buscar pedazos de mí mismo.
Y sin embargo… aquí todo es tristeza…
Me siendo desapercibido para el mundo. Un ente invisible a los transeúntes con los que me cruzo. Incorpóreo.
XiViRiFlÁuTic!!
3 comentarios:
Me encanta este texto. Es habitual en mí sentir ese remolino de sensaciones cada vez que estoy en la calle... ym, aunque no me suele gustar estar en ella porque me da inseguridad... a su vez, me gusta lo que me trasmite, esa sensación de escurrirme entre la marea humana sin parecer nada, tan pequeña... pero me hace sonreir... sin saber bien el motivo...
un besiku de gato solete
La ciudad inspira, en cada gesto, cada rincón..- una cara arrugada sentada a tu lado en el metro, una carpeta decorada con retales de gustos de una jovencita, las gotas de lluvia en la ventana, los zapatos de una mujer elegante, desconocida...
En la urbe todos somos invisibles al no ser que se produzca un suceso o que algo en sí llame nuestra atención....caminamos todos en una misma corriente.......día trás día y no intentamos cambiar nada.....nos adaptamos a ella en silencio como uno más......saludos, por cierto en Cieza no se pasa desapercibido jejeje más bien se siente uno observado!
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